Un domingo de noviembre en la ciudad de Cádiz, cargado de sol y levantito agradable. Un día estupendo para acercarse paseando por el Campo del Sur al Castillo de Santa Catalina donde, desde el pasado 12 de octubre se puede ver una parte escogida y representativa de la obra del pintor ecuatoriano OSWALDO GUAYASAMÍN.
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Cartel de la exposición |
Hijo de un indígena de la tribu kichwa o quichua, Guayasamín nació en el 6 de julio de 1919 en Quito y falleció en Baltimore a los 79 años.
Su madre, una mestiza de nombre Dolores Calero, dio a luz nueve niños más después de estrenarse con Oswaldo. La figura de su madre fue muy importante para el pintor y así se reconoce en las páginas de su Fundación:
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Oswaldo Guayasamín
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Mi madre era una verdadera poesía, estaba siempre en gestación,
tocaba la guitarra y cantaba a maravilla. Me enseñó los primeros
acordes, las primeras voces. Recuerdo que de niño trataba de copiar un
cielo rojizo, tormentoso. Seguramente no podía darle luminosidad y mi
madre que entendía mi angustia, sacó en un platito de barro un poco de
leche de su seno y me la dio, para ver si mezclando su esencia con mis
colores, alcanzaba la luz. Mi madre era como el pan recién salido del
horno. Me dió las dos vidas que tengo. Era y sigue siendo una tierna
poesía.
Mientras viva siempre te recuerdo.
Pintó desde bien pequeño, a pesar de la oposición de su padre que no veía en la vena artística del hijo ningún porvenir y, después de seguir estudios en la Escuela de Bellas Artes de Quito consigue realizar su primera exposición con 23 años.
Sus obras no dejan indiferente a nadie y, recién salido de la Escuela, su forma de expresión escandaliza y asombra a partes iguales.
Tuvo la fortuna de que el magnate norteamericano Nelson Rockefeller comprara varios de aquellos primeros cuadros y que le "apadrinara" para irse a Estados Unidos a seguir aprendiendo e investigando en la forma y la expresión que GUAYASAMÍN pretendía.
Sus cuadros buscan representar de una manera rasgada, impetuosa y fuerte temas como:
el indigenismo,
la brutalidad del ser humano hacia sus congéneres,
la ira,
las guerras siempre injustas,
los niños,
las madres
y los originales y reconocibles retratos de personajes internacionales famosos.
El ROSTRO HUMANO es una constante y una obsesión en la obra de GUAYASAMÍN.
La personalidad y el espíritu del modelo los capta de una manera admirable.
No podemos hablar de retratos naturalistas, pero el parecido con el retratado es tan impresionante que cuesta imaginar que tardaba menos de media hora en realizar la mayoría de ellos.
Pero, volviendo al Castillo de Santa Catalina y a la exposición que se puede ver hasta enero, me gustaría destacar la serie LA EDAD DE LA IRA, de formato medio-grande que impacta al visitante y hace que éste aprecie el poder, la vehemencia y la pasión que exhalan las pinturas de GUAYASAMÍN.
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Serie: La Ira. Colección: Reunión en el Pentágono |
También podemos encontrar temas más amables, incluso aparentemente inocuos, pero dotados de una factura personal que el pintor ecuatoriano deja traslucir incluso en estas "flores muertas":
De esta exposición quiero destacar tres cuadros donde las MANOS escenifican sentimientos humanos de un modo contundente.
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Las manos de la ira |
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Las manos de la ternura |
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Las manos del miedo |
Al final de su vida, GUAYASAMÍN se centró en un proyecto que no vio concluido, pero que ahora es una realidad al amparo de su Fundación.
Se trata de LA CAPILLA DEL HOMBRE. Un museo que reune una muestra de todas las culturas indígenas de los pueblos iberoamericanos, desde México a la Patagonia. Ubicado en Quito (Ecuador). En su interior brilla la llama eterna por los Derechos Humanos y la Paz.
NOTA: excepto las fotos del Oswaldo Guayasamín y del edificio La Capilla del Hombre, el resto de las fotografías pertenecen a la autora de este blog.